DIFERENTES ARTICULOS SOBRE RUPTURA DE PAREJA

 


Se deja de querer...
y es como un libro que aún abierto hoja a hoja quedó a medio leer,
y es como la sortija que se quitó del dedo
y solo así supimos... que se marcó en la piel.

Se deja de querer...

y no se sabe por qué se deja de querer.

José Angel Buesa

la ruptura de una pareja inicia un periodo de duelo personal




La ruptura de pareja es un proceso doloroso. Se junta la sensación de fracaso, la decepción, el desgaste por todo lo emocionalmente invertido, y en muchas ocasiones el rencor.

Tanto la persona que toma la decisión como la que la recibe, pasan por momentos muy difíciles en la vida. Es duro decir adiós a un proyecto. En el caso de que la pareja tuviera hijos, la situación se hace mucho más dolorosa, y hay que actuar con muchísima madurez, anteponiendo primero a los niños a cualquier expresión de emoción negativa


LA "MALA SUERTE EN EL AMOR"

Es cierto, no vamos a negar lo evidente, hay gente que tiene la suerte de su vida encontrando a la pareja perfecta y viviendo una vida maravillosa con fuegos artificiales y perdices en el tupper.

Son 3, que los tengo contados.

Las relaciones de pareja suponen un esfuerzo continuado para ir cediendo, avanzando, encajando. Hay que tener más moral que "el negociador" para conseguir el equilibrio perfecto de la pareja, ese momento en que ya no son las hormonas, las mariposas en el estómago y los buenos propósitos de "ser mejor persona para el otro", ese momento en que ya lo que pensamos en nuestra propia estabilidad, que vemos los defectos del otro y el otro los nuestros y eso no nos impide avanzar.

A veces tener mala suerte en el amor es no tener paciencia para esperar la persona adecuada




Pero existen personas que parece que jamás tienen suerte en el amor: pasan de una relación mala a otra peor. Es cierto que acumulan historias como para escribir un libro de anécdotas tristes y siniestras. El que no "cojea, renquea", y claro, la persona es a veces incapaz de sentarse enfrente de un espejo y decir: "¿son los otros o soy yo?". 

Si has pensado alguna vez que tienes imán para la gente rara, párate. No vuelvas a decir eso, es demasiado fácil dejar a la causalidad el maltrato al que estás sometiendo a tu corazón por no hacer algo tan simple como: NO BUSCAR, NO CONFORMARTE. ESPERAR. 

No te decidas por relaciones que no te convencen completamente, que presenta agujeros negros que intentas no ver, que piensas que con el tiempo desaparecerán, que la persona cambiará...cada uno somos lo que somos, y todos tenemos nuestra parte oscura. Lo que hay que encontrar es la persona que sepa cuales son nuestras partes más complicadas, que sepamos cual es su peor versión y no resulte algo que mejor enterrar y hacer como si no existiera: o se puede con ello o no se puede, y si no se puede no se podrá, y entonces llegará la ruptura y la enésima queja de "tengo muy mala suerte". 

Si te conoces, si sabes lo que te gusta, te emociona, te motiva, también sabrás lo que no soportas, te aburre, te enerva o consideras inaceptable. Son puntos que tienen que prevalecer sobre las fastidiosas mariposas en el estómago. Los puntos fundamentales de tu vida deben prevalecer sobre el "ya cambiará". Las personas pueden mejorar, claro, pero cambiar, cambiar...es algo complicado. 

Deja de buscar. Corres el riesgo de caer en la desesperación y quedarte con lo primero que te encuentres (lo que ocurra no va a ser fruto de la mala suerte, será algo previsible). 

Todos tenemos personas afines. La paciencia, la construcción de una vida plena puede resultar más atractiva para otras personas. El poder decidir y el saber renunciar son opciones válidas: si en la frutería te llevas manzanas duras por no esperar que en media hora traigan un nuevo pedido, no te quejes de la mala suerte de la manzana que compraste: llévate otra fruta o espera que llegue el pedido de fruta madura y perfecta, y entonces, estira tu dedito acusador y di: "ésta". 

Deja de maltratarte, deja de repetirte lo de "la mala suerte en el amor", líbrate de ese estigma. El amor llegara, cuando no confundas compañía con amor. Cuando te des cuenta que el jersey de mercadillo hace bola aunque cueste cuatro duros y más vale ahorrar un poco y comprar ése jersey un poco caro pero que dura eternamente. 

Ahora puedes pasar de ser la persona que busca el amor a la persona que deja que el amor le encuentre. 

Suerte, vales más de lo que estás diciendo, así que mirada al frente y paso firme.

PARA RECUPERARTE, DEJA QUE EL DOLOR FLUYA

El duelo describe una experiencia de dolor por una pérdida. No se circunscribe a un fallecimiento, puede existir duelo ante la pérdida de una gran amistad, un accidente que produce secuelas traumáticas, la ruptura de una relación... sería demasiado extenso enunciar todas las situaciones de duelo, porque son muchas y todas se engloban en el dolor de una pérdida.

El duelo presenta dos componentes fundamentales: dolor psicológico y también dolor físico, concentrado en sensaciones variables en cada persona y que pueden llegar a producir somatizaciones.

Ante una situación de duelo, retener el dolor, concentrarnos en su existencia como algo insuperable, sólo produce un empeoramiento del malestar: luchamos contra las sensaciones como el que nada contracorriente, agotándose, minando sus fuerzas y sintiendo la situación como insuperable.

Cuando sentimos el dolor de una pérdida debemos concentrarnos en su componente físico como algo natural: ¿dónde nos duele? ¿es el corazón, es el estómago, nos cuesta respirar? Identifiquemos el lugar donde se concentra nuestro duelo, como una experiencia natural, sin agobiarnos, aceptando su existencia como el que acepta el dolor de cabeza en una gripe: en este caso sí somos capaces de integrar el dolor como parte de un proceso, y lo llevamos con la resignación de saber que forma parte de un proceso. El dolor físico del duelo también cede, y será más llevadero en la medida que seamos capaces de afrontarlo y aceptarlo como parte de un proceso de pérdida. 

Lo mismo pasa con el dolor psicológico, la tristeza, los pensamientos obsesivos, la búsqueda de explicaciones o los intentos de dar vuelta atrás a una situación que es irreversible y que finalmente deberemos dejar marchar para seguir el camino de la vida. Duele el alma, y lo sabemos, nos sentimos incapaces de abandonar y aceptar la situación, pero debemos ser muy conscientes que también este dolor pasa, que la vida nos necesita como nosotros necesitamos a la vida, que si sufrimos por perder es que fuimos capaces de disfrutar, y que si lo fuimos una vez lo podremos volver a ser no una vez, ni dos, ni tres, las que se necesiten. 

Piensa en ti como un muñeco "tententieso", recuerda las veces que has recibido un golpe y has rozado el suelo, pero te has vuelto a levantar, y tu vida ha girado hacia el lado contrario: dolor-felicidad-dolor-felicidad, es un ciclo constante que tenemos que asumir, es el precio del don de sentir: la felicidad y el dolor son las dos caras de la moneda.

Cuando estés en una etapa de duelo, simplemente déjalo fluir, no luches contra el dolor, acepta su existencia como pago por lo anteriormente recibido. Ten la seguridad que es una etapa, un proceso que tiene un fin. Sólo se siente dolor eterno cuando se acapara y no se le quiere dejar marchar, y el dolor también tiene que seguir su camino para dejar espacio a otras vivencias.

No sé si es realidad que "el tiempo lo cura todo", lo que es cierto es que podemos dejar que la herida abierta sane hasta dejar una fina cicatriz, casi imperceptible, o podemos cerrar en falso la herida haciendo como que no existe o reabrirla cada día, como si su cicatrización supusiera la pérdida definitiva, cuando en realidad la perdida ya sucedió, y sólo nos queda asumir con paz, respirando hondo el dolor, dejando que fluya por nuestro interior, sabiendo que en cada bocanada de aire entrará algo más de futuro y menos de pasado.


"Si no está en tus manos cambiar una situación que te produce dolor, 
siempre podrás escoger la actitud con la que afrontes este sufrimiento".

Viktor Frankl

EMOCIONES NATURALES TRAS UNA RUPTURA



La ruptura en una relación de pareja, puede ser una de las experiencias más dolorosas para una persona, después de la muerte de un ser querido. La separación es una experiencia emocionalmente traumática y es necesario que ambas partes, pasen por un proceso de duelo.

Cada ruptura es diferente, y los factores y en contexto en que se produce, influirá en el afrontamiento de la situación. Lógicamente no puede suponer el mismo trance emocional una separación de mutuo acuerdo cuando una relación se ha deteriorado, que las rupturas planteadas de forma unilateral, e incluso dentro de estas últimas, el proceso dependerá de cómo se maneje la situación inicial (de forma repentina, paulatina), si hay involucradas terceras personas, etc.


Tampoco lo vive de la misma manera el que toma la iniciativa, que ha ido madurando la situación durante un tiempo, con la posibilidad de ir asumiendo de forma gradual la nueva situación, que al otro miembro, que muchas veces se encontrará totalmente desprevenido ante la situación, lo que producirá efectos diferentes en ambos miembros de la pareja, al menos de forma inicial.

En cualquier caso, el duelo es una reacción natural y un proceso largo y doloroso por el que es necesario pasar, ante la pérdida de la persona amada. Este duelo pasa por varias etapas, y cada persona necesita un tiempo para vivir el proceso. Aunque la duración es variable, la fase de duelo aguda no debería durar más de 6 meses:

-Impacto inicial. Cuando una persona no se espera el anuncio de la ruptura por parte de su pareja, hay una primera reacción de incredulidad e irrealidad. Esta sensación puede durar horas o días. 

-Negación. El hecho de intentar negar lo ocurrido, de no aceptar la realidad y hacerse falsas esperanzas, es una forma de amortiguar un poco el impacto inicial del dolor. En ocasiones la persona no informa de la ruptura ni a familiares, ni a amigos, esperando que sea algo pasajero. Es una etapa en la que se tiende al aislamiento social. 

-Tristeza y dolor intenso. En esta fase, la persona se encuentra deprimida, sin ganas de hacer nada. El pensamiento se vuelve obsesivo, no se puede pensar en otra cosa. Suelen aparecer trastornos de sueño, malos hábitos en la alimentación y un descuido general. La sensación de vacío, el llanto y la tristeza son las emociones más habituales. Aparecen pensamientos catastróficos y de desesperanza, y la persona cree que jamás podrá superar ese dolor. Aquí es necesario dejar que las emociones fluyan. Aunque en ese momento la persona sea incapaz de verlo, poco a poco el dolor se irá debilitando. 

-Ira y rabia. La pena y la tristeza, suelen dar paso a un sentimiento de rabia. La persona en muchas ocasiones, se siente herida y suelen surgir sentimientos de resentimiento y rencor, culpando exclusivamente de su dolor a la persona que ha tomado la decisión de acabar la relación. 

-Aceptación. Esta etapa no tiene por qué necesariamente suponer felicidad, pero sí cierta paz y capacidad de la persona de emprender nuevos proyectos.. Ya no se tiene la necesidad de hablar y de pensar continuamente en el tema de la ruptura y se empieza a disfrutar más en compañía de otros. 

-Reorganización y resolución. Aquí, la persona ya ha aceptado su nueva situación,necesitará reorganizar de nuevo su vida y retomar actividades que se habían abandonado, para poder seguir adelante. Es una etapa que se caracteriza por los cambios.

APOYO PSICOLÓGICO 


Cuando la persona, según transcurre el tiempo, no registra ningún avance, sigue sumida en la tristeza y en la desesperanza y presenta un deterioro en su salud, estaríamos hablando de un duelo patológico


En este momento es aconsejable pedir ayuda profesional, con el fin de ayudar a la resolución ya que de lo contrario, un duelo complicado puede acabar provocando un trastorno depresivo o de ansiedad. 

Hay una serie de conductas nocivas que pueden llevar a desarrollar otro trastorno psicopatológico: 

- abuso de alcohol u otras drogas, con el fin de evadirse de la realidad. Esto se convierte en una“trampa psicológica” ya que una vez que la persona se encuentra fuera de los efectos de la sustancia, el sentimiento depresivo se hace aún mayor. 

- a veces hay una tendencia a desarrollar una serie de conductas desadaptativas en el intento desesperado de volver con la otra persona: llamadas continuas de teléfono, envíos de mails, frecuentar sitios donde puede estar la ex pareja etc. Todas estas conductas lo único que pueden hacer es dañar la autoestima, el amor propio y conseguir que el otro miembro de la pareja responda con indiferencia u hostilidad. 

- uso o abuso de antidepresivos y ansiolíticos. Intentar enmascarar las emociones que se tienen que sentir en el duelo es un error, ya que estos sentimientos tienen que fluir necesariamente para poder superar esta etapa con éxito. 

- el descuido general de la salud, los malos hábitos en la alimentación y en los cuidados básicos, mantenidos a lo largo del tiempo, pueden hacer que se tenga una mala calidad de vida, entorpeciendo todavía más la resolución del problema. 

En el trance del duelo se pueden sentir emociones como sensación de fracaso, sentimientos de culpa, envidia hacia amigos o familiares del entorno que no están pasando por la misma situación, rencor etc. También son frecuentes en las etapas iniciales, síntomas físicos como: insomnio, falta de apetito, dolor de cabeza y otros síntomas de ansiedad. Lo importante es no quedarse anclado en el pasado y poder empezar a mirar hacia delante. 

Es fundamental ayudar a la persona a que asuma que la relación ha llegado a su fin, para que pueda salir exitoso de esta etapa tan dolorosa. 

El apoyo psicológico podrá ayudar a la persona a expresar sus sentimientos, a eliminar conductas nocivas, a recuperar su confianza y su autoestima y a identificar pensamientos irracionales que puedan estar interfiriendo en la resolución del duelo. En definitiva, ayudarle a encontrar de nuevo, un sentido a la vida.

PAUTAS PARA DEJAR UNA RELACIÓN


Es importante hacer el menor daño posible al dejar una relación
Poner fin a una relación es algo doloroso para quien toma la determinación: sabe que va a herir a la otra persona. Este es motivo más que suficiente para que muchas personas demoren la finalización de una relación con otra persona, y continúan durante meses “atrapados” en una situación que va minando emocionalmente a ambos miembros de la pareja. 

A continuación, exponemos algunas pautas para poner fin a una relación:

- Asegúrate de que quieres terminar: Este tipo de decisiones no se pueden tomar a la ligera. No pueden ser fruto de un momento de rabia o decepción, que llevaría en cualquier caso a un “enfado” con la pareja pero no a una ruptura definitiva. Si amenazas con una ruptura porque estás en un momento de enfado, cabe la posibilidad de que en el fondo busques manipular a tu pareja, o “castigarla”, pero no se trataría de una ruptura madura y serena.


- Conciénciate: el que deja la relación pasa a ser “el malo de la película”. Es cierto que vas a ser la persona que ponga fin a la relación, la que abre la caja de los truenos, sin embargo, a veces hay que tomar este tipo de decisiones por el bien de ambos. Puede ser un momento doloroso, pero a largo plazo es algo bueno para ambos, incluso para el abandonado. Nadie quiere que otra persona permanezca a su lado por pena, nadie merece eso.

- Escoge un buen momento: No escojas un momento especial, no hay buen momento para esto, pero sí hay mejores momentos. No lo hagas coincidir nunca con una celebración, no busques como aliados “un par de copas”, no lo hagas en un sitio muy concurrido, ya que las lágrimas son normales en estos momentos.

- Visualiza en tu mente la escena: Imagina que estás hablando con él/ella, y visualiza las posibles respuestas , contraargumentos y réplicas que puede hacer. No esta de sobra que prepares lo que dirás en cada posible escenario. Podrás decir que es un poco calculador el asunto, pero he aprendido que quien no planea no sabe predecir o prever posibles formas de hacer mejor las cosas

- Antes de tener la conversación que pone fin a la relación, busca objetivamente los motivos que te llevan a esta ruptura. Busca la manera de exponerlos en la que tu pareja se sienta menos dolida, bastante tiene con el momento que se le avecina. Intenta apelar al cariño pero no amor, y ante todo, sé honesto y claro en los motivos. Las medias palabras, la falta de argumentos concretos para el fin de la relación, hundiría más a tu pareja.

- Explicar de forma clara los motivos que ponen fin a la relación no significa que tengas que justificarte. Se supone que es una decisión con motivos que la avalan y es lo único que tienes que exponer. No caigas en ambigüedades respecto a que sigues queriendo a tu pareja, son cosas que se dicen y sólo sirve para que la persona a la que se abandona albergue falsas esperanzas de reconciliación.

- Tras la ruptura debe existir una pausa en la comunicación entre ambas personas (algunas veces es una ruptura de comunicación definitiva). No es cierto que podáis “terminar como amigos”: los amigos no son pareja, son amigos. A ambos os puede herir comportamientos que tengáis después de la ruptura, y la comunicación sólo retrasará el proceso de cicatrización de las heridas. Daros un largo tiempo para poner en orden vuestra vida.

- No permitas que esta conversación una vez finalizada prosiga durante horas, sólo servirá para que brote el rencor, para que pierdas los nervios, o tal vez para que te debilites y cedas ante ruegos de una reconciliación que lo único que hará es demorar el momento de la ruptura

Estas pautas pueden servirte para finalizar una relación, algo que sin duda causará daño a tu pareja, pero al menos puedes tener la tranquilidad de saber que habéis hecho lo mejor para ambos, y que lo has hecho de la mejor forma posible.

Y ante todo: sé maduro. No utilices una amenaza de ruptura para que la relación cambie: eso no funciona así. Si realmente quieres terminar, hazlo, evitando herir el amor propio del otro y siendo firme en tu decisión: las dudas, las actitudes equívocas pueden hacer albergar falsas esperanzas a la otra persona, cuando tú estás actuando de forma egoísta: intentando un distanciamiento progresivo que a ti no te duela.

REFLEXIÓN SI TE HAN DEJADO

A veces estamos en una relación de pareja sin pararnos a pensar si realmente es lo que queremos, si estamos realmente bien.
Cuando una pareja se consolida con el tiempo, a veces toma caminos divergentes: lo que al principio parecía un consenso total ahora se ha vuelto un campo de batalla.

Sin embargo hay personas que pasan años y años dentro de una relación de pareja que no les satisface en ninguno de los aspectos. Los motivos de continuar esta situación pueden ser muy variados: "por los niños", por el status económico, por el status social, por no dar un disgusto a la familia, porque ya no hay más mundo que el que se ha creado dentro de la pareja...

Hay ocasiones en que uno de los miembros de la pareja decide poner punto y final a este tipo de relación, que "se ha secado" (¿regamos día a día la relación?). Entonces, la otra parte, la persona que siente que la abandonan, entra en un estado de absoluto desconcierto. Muchas veces la depresión se adueña de la persona que se siente incapaz de remontar esta situación de pérdida, de tristeza, de falta de expectativas.

Ahora bien, a las personas que están pasando por esta situación, hay que enseñarles la realidad, que miren a su alrededor: las personas salen de esta situación, todo el mundo rehace su vida. El tiempo que tarden en hacerlo, dependerá de su actitud frente al problema. 

Muchas personas que acaban de sufrir una situación traumática afirman que volverían sin dudarlo con la persona que les ha abandonado. Tras hacerles reflexionar no se sienten tan seguros de esa afirmación, tan sólo hace falta cambiarles la pregunta a un: "en el supuesto de que tu consiguieras rehacer tu vida, ser feliz, tener amigos, actividades de ocio, tal vez una pareja que te ilusione, ¿renunciarías a todo esto por volver con tu ex?. La respuesta siempre es: no. Luego, ¿que es lo que realmente queremos?. Queremos no sufrir, en el momento presente, sin pensar en un futuro que se asegura incierto y difícil. A veces, ya no queremos a nuestra pareja, pero nos da miedo cambiar. ¿Quien es el más honesto, el que rompe la relación o el que está dispuesto a continuar juntos por comodidad?

CÓMO VIVEN LOS NIÑOS EL DIVORCIO

Bebés (0-1 año): 
  • No comprenden las razones del conflicto, pero se dan cuenta del clima emocional del hogar, sienten la tensión y el descontento. 
  • Se dan cuenta de los cambios en los niveles de energía y en estado emocional de los padres. 
  • Se dan cuenta de cuando uno de los padres ya no está en el hogar. 
  • Dependen totalmente de los adultos que los cuidan. 
  • Comienzan a desarrollar confianza en otros y en el mundo. 
  • Cúanto tiempo se pase con los bebés determina la formación de los lazos afectivos. 
  • Fíjese si muestran señales de malestar. Si lucen más irritables, nerviosos, si demuestran más rabietas, pérdida de apetito, o retrasos en su desarrollo. 
  • Hágales sentirse seguros demostrándoles afecto, meciéndoles, tocándoles, hablándoles con cariño. 
  • Mantenga sus juguetes y objetos favoritos a la mano. 
  • Mantenga las rutinas lo más posible. Introducir personas nuevas gradualmente. 

Niños pequeños (1-3 años): 

  • Necesitan estabilidad y predictibilidad. 
  • Son egocéntricos: creen que causan todo lo que pasa. 
  • Fíjese si muestran señales de malestar: llanto excesivo, apego extremo, dificultades al dormir, pesadillas, ansiedad de separación, regresión a comportamientos más inmaduros. 
  • Ofrecerles más atención y cariño, especialmente a la hora de separarse. 
  • Hablar sobre el divorcio a un nivel que puedan comprender. 
  • Hacerles sentir seguros con muestras de afecto verbales y físicas. 
  • Demostrar que comprenden su malestar. 
  • Mantener las rutinas lo más posible. 
  • Introducir personas nuevas gradualmente. 

Niños de edad preescolar (3-5 años): 

  • Necesitan estabilidad y predictibilidad. 
  • Son egocéntricos. creen que causan todo lo que pasa, piensan que pueden controlar los eventos, se sienten responsables o culpables del divorcio. 
  • Tienen fantasías sobre la reconciliación de los padres. 
  • Fíjese si muestran señales de malestar: tristeza, confusion, preocupaciones, temores, pesadillas, agresión, regresión a comportamientos mas inmaduros, aislamiento, apego extremo, quejosos. 
  • Hablar sobre el divorcio a un nivel que puedan comprender. 
  • Hacerles sentir seguros con muestras de afecto verbales y físicas. 
  • Leerles libros sobre el divorcio. 
  • Animarles a hacer preguntas y a hablar sobre sus sentimientos y pensamientos. 
  • Demostrar sensibilidad a sus temores. 
  • Decirles repetidamente que no son responsables por el conflicto o el divorcio. 
  • Apoyar la relación de los niños con el otro padre, a menos que sea peligroso. 
  • Mantener las rutinas lo más posible. 
  • Introducir personas nuevas gradualmente. 
Niños de escuela primaria (5-12 años): 
  • Se dan cuenta de lo que pasa, pero carecen de las destrezas necesarias para lidiar con los conflictos. 
  • Pueden comprender el concepto de divorcio. 
  • Penan la pérdida de la familia como era antes del divorcio. 
  • Pueden sentirse rechazados por los padres. 
  • Tienden a culpar a otros, a menudo a uno de los padres. 
  • Hablar sobre el divorcio a un nivel que puedan comprender. 
  • Fíjese si muestran señales de malestar: tristeza, problemas académicos y/o sociales en la escuela, comportamiento inapropiado, achaques físicos, conflictos entre hermanos por competencia. 
  • Hacerles sentir seguros con muestras de afecto verbales y físicas. 
  • Leer libros sobre el divorcio. Animarles a hacer preguntas y a hablar sobre sus sentimientos y pensamientos. 
  • Demostrar sensibilidad a sus temores. 
  • Decirles repetidamente que no son responsables por el conflicto o el divorcio. 
  • Apoyar la relación de los niños con el otro padre, a menos que sea peligroso. 
  • Mantener las rutinas lo más posible. 
  • Introducir personas nuevas gradualmente. 
Adolescentes (13-17 años): 
  • Están más envueltos con su grupo de pares y dependen menos de sus padres que los niños menores. 
  • Les preocupa el impacto del divorcio en sus relaciones. 
  • Sienten dudas de sus propias capacidades de establecer relaciones a largo plazo. 
  • Pueden tratar de tomar ventaja de los padres. 
  • Fíjese si muestran señales de malestar: ira y hostilidad extrema, actitud desafiante, preocupación por asuntos financieros u otros asuntos de adultos, auto-concepto disminuido, aislamiento, problemas académicos o sociales en la escuela, comportamientos impredecibles o arriesgados. 
  • Mantener abiertas las vías de comunicación. 
  • Ser justo y razonable al asignarles responsabilidades. 
  • Apoyar la relación de los muchachos con el otro padre, a menos que sea peligroso.

RUPTURA DE RELACIÓN: PUNTO DE INFLEXIÓN

Una ruptura sentimental conlleva en la mayoría de ocasiones, unos sentimientos de ánimo que fluctúan entre la tristeza, el dolor ante el recuerdo y en muchas ocasiones el miedo a la soledad.

Las personas tras una ruptura experimentan la sensación de que tal vez no vuelvan a tener la oportunidad de tener pareja, otras sienten miedo a iniciar una nueva relación por miedo a sufrir una nueva decepción.

Cuando la persona deja la relación de pareja tiene que trabajar en varios frentes: por una parte tiene que volver a hacer que su vida funcione: en muchas ocasiones gran parte de su tiempo era compartido y hay que volver a empezar de cero, buscando nuevas actividades, haciendo amigos o simplemente haciendo que el tiempo pase y las heridas cierren.

Este período de tiempo puede ser enriquecedor para la persona si analiza no solamente aquello que no le gustaba de la relación fallida, sino qué cosas de ella misma perdió o sacrificó sin desearlo realmente: que parte de sí misma se quedó por el camino.

Tal vez sea un buen momento para decidir y diseñar el futuro, en el sentido de poder ser el guionista de su propia obra: si la persona se rodea de aquello que le gusta, si realiza las actividades que le gustan, si se siente segura y confortable en su nueva vida, más posibilidades tendrá de que el futuro le sonría.

Hay que estar especialmente prevenido con las prisas y la desesperación: nada más peligroso que salir de una relación y meterse directamente en otra. Es una forma de llenar huecos afectivos sin importar realmente quien los llene, y esto muchas veces lleva a un encadenamiento de relaciones fallidas que van minando a la persona.

Tras acabar una relación tómate tu tiempo para conocerte, para decidir qué es lo que buscas en la vida. Aprende a ser feliz por ti mismo, y de esa manera, con una actitud positiva y optimista, serás un valor en alza para ti y para los demás.

DIFERENTES TIPOS DE INTERVENCIÓN PSICOLÓGICA EN UN PROCESO DE SEPARACIÓN

diferentes caminos de ayuda psicológica en el proceso de separación

LA BÚSQUEDA DESESPERADA DE UNA NUEVA RELACIÓN

Hay personas que tras una ruptura de pareja se sienten perdidas, no saben cómo funcionar en la vida y se sienten incapaces de seguir adelante sin una persona a su lado.
El vacío emocional que surge tras la ruptura les resulta insoportable y piensan (erróneamente) que una nueva relación sanará la herida.


Por otra parte, tras una ruptura es muy frecuente la sensación de falta de valía personal (la autoestima baja, hay una sensación de fracaso y aparecen pensamientos como "nadie querrá estar conmigo, no soy lo suficientemente bueno para nadie").


No hay nada peor que buscar una relación para superar una ruptura


La búsqueda desesperada de una nueva pareja para calmar el dolor es un error, que sólo conducirá en la mayoría de los casos a una nueva ruptura, ya que los motivos para iniciar otra relación no son los correctos: estamos tapando la herida sin sanarla.

Cuando se produce la ruptura sentimental la persona debería pasar por un periodo de reflexión sobre su propia vida (sí, su propia vida, no los motivos de la ruptura como búsqueda de sus propios errores). Es el momento en que la persona se reconstruya, inicie un periodo en el que sea capaz de dotar a su vida de sus propios contenidos.

El famoso "desierto" que sigue a una ruptura es un momento doloroso y enriquecedor en el que la persona tiene que preguntarse qué cosas le gustaría hacer, cómo le gustaría ser, que cosas no quiere...

Saltar de relación en relación como si se saltase de piedra en piedra para pasar un río es una forma inconsciente de no enfrentarse a uno mismo, y muy frecuente en personas que jamás logran su estabilidad y plenitud emocional por no atreverse a enfrentarse a su "desierto".

¿PERMANECER O DESAPARECER?

Muchas personas que viven en pareja llegan a un momento en su vida en las que el tedio, la incomprensión, la soledad se han hecho sus mejores compañeros.

Miran atrás, a los que les llevó a unirse a una persona y no pueden encontrar ninguna de las razones. La ilusión, el compromiso, las ganas de compartir y disfrutar de las pequeñas cosas se han esfumado y se sienten completamente vacías, y en algunas ocasiones desesperadas.

La presión familiar, los amigos, la presencia de hijos, la motivación económica, hacen difícil replantearse la vida, la persona se encuentra en un cruce de caminos: la felicidad y la estabilidad.


Esta situación es realmente peligrosa. La insatisfacción personal puede llevar a ver todo bajo un prisma negativo, a no estar atento a la parte buena de la relación, minimizando la gratificación que recibe y focalizando la atención en los aspectos negativos, lo que alimenta la sensación de vacío y fracaso.

Ante una situación de este tipo, es necesario que la persona analice sus sentimientos, de una forma global. En algunas ocasiones, la ayuda de un terapeuta que dirija las preguntas que la persona debería formularse, puede ayudar a ese proceso de clarificación.

Dejar a la otra parte de la pareja al margen de esta crisis puede resultar perjudicial y por supuesto, nada leal: el otro tiene que saber su parte de responsabilidad y tener la oportunidad de meditar sobre hacia dónde se dirige su relación, si los lazos son el cariño o el amor verdadero, si existen los motivos que les llevaron a unir sus vidas, y si quiere luchar (de verdad) para buscar nuevas vías para fortalecer su compromiso.

La terapia de pareja puede ayudar mucho a las parejas en crisis, cuando existe realmente una motivación para cambiar aquellas actitudes o formas de ver la relación que les han hecho alejarse. Desgraciadamente muchas veces en terapia de pareja nos encontramos con una falta de compromiso: una de las partes busca realmente nuevas fórmulas de acercamiento y la otra parte "está cubriendo el expediente" porque no desea abandonar la relación.

Las personas ante una crisis de relación deberían disgregar los aspectos de permanencia o abandono, analizando cada factor por separado. El núcleo de la intervención se basa en la propia felicidad del individuo, y los miedos se tendrán que ir tratando uno a uno. Es absurdo continuar con una pareja cuando no existe comunicación o las muestras de afecto se reducen a una relación fría y "políticamente correcta", ya que eso es una fuente de insatisfacción no sólo para ambas personas, sino también para las personas que forman el núcleo familiar.

Establecer las verdaderas razones que nos llevan a pensar que la relación está acabada tienen que pasar por un análisis "con el corazón el la mano", ya que a veces factores externos, como enamoramientos por cubrir el vacío afectivo, envidia de la situación de otras personas en situación de libertad, pueden llevar a una obstinación respecto al fin con consecuencias dramáticas. 

Si la situación realmente no depende de factores externos, o la necesidad de un cambio ha aparecido de forma independiente o anterior, la persona debe evaluar su momento afectivo de forma intrínseca, buscando lo que realmente desea en la vida. Debe tener en cuenta el daño que produce, pero no como un factor de paralización de su camino, sino buscando la forma más madura y adaptada de plantear esta nueva situación. En ocasiones se espera a que los niños sean mayores, para que no sufran (¿alguien cree realmente que el sufrimiento de los hijos es menor a los 20 años que a los 10?, ¿no será la forma y no la edad la que tengan repercusión sobre el afrontamiento de la situación?). Otras veces es el "disgusto que se va a llevar la familia" lo que paraliza el proceso, o la presencia de problemas económicos que hacen difícil o imposible la existencia de dos núcleos familiares: si la casa pesa más que la felicidad, tal vez la persona deba plantearse que sus objetivos vitales están más próximos a lo material que a lo afectivo y deba quedarse en esa situación. 

Dar a la otra persona la posibilidad de ser nuevamente amada, cuando nosotros ya no tenemos nada que ofrecer más que una convención social o un interés económico es a veces un síntoma de salud mental, equilibrio personal y coherencia... además de representar el último gesto de generosidad hacia alguien que tal vez se merezca algo mejor.

ESTRUCTURA DE LA TERAPIA PSICOLÓGICA EN SEPARACIONES

La separación de una pareja supone una situación de crisis y tensión que se extiende a toda la familia.

Por una parte hay que tomar decisiones importantes e igualmente hay que redefinir el proyecto vital, por los cambios a nivel personal, familiar y social que se van a producir y que en muchas ocasiones general síntomas de estrés y malestar emocional, requiriendo apoyo psicológico para su superación. 


Las principales reacciones que se dan en un proceso de separación son:

· Depresión: perder a una persona con la que se ha compartido una relación íntima produce síntomas de tristeza, soledad, aislamiento, pérdida de actividades gratificantes, sentimientos de culpa, desesperanza, desilusión respecto al futuro y un incremento de situaciones estresantes a las que hay que enfrentarse.

· Ansiedad: La sensación de pérdida de control de la situación, los pensamientos intrusivos, el desconcierto sobre el futuro, son motivos de ansiedad

· Trastorno de Estrés Postraumático: se produce especialmente cuando ha habido situaciones de violencia de género

· Baja autoestima

· Inadaptación: La persona puede aislarse, sentir una desgana generalizada que le impida la participación en actividades agradables y comunitarias, con lo que pierde su apoyo social. Se alteran las relaciones familiares y sociales, pudiendo agravarse con problemas económicos.


DESARROLLO DE UN PLAN TERAPÉUTICO



INFIDELIDAD: ADÓNDE LLEGAREMOS CON LAS REDES SOCIALES

La irrupción de las redes sociales como parte de nuestra vida está causando serios estragos en muchas parejas hasta el momento estables.
El proceso, que suele comenzar con un "reencuentro" de viejos amigos en Facebook o un conocimiento paulatino en otras redes tipo Twitter (vamos a dejar de lado otro tipo de redes de contenido explícito para buscar pareja o relaciones rápidas), suele convertirse en un proceso de bola de nieve que acabe con una relación.

Curiosamente es más frecuente que la persona "enganchada" sea un varón, de mediana edad y sin antecedentes de infidelidades.

El sistema es simple, aunque la persona que está pasando por este trance lo ve como una obsesión y no logra comprender cómo ha llegado a este punto. Los ingredientes son perfectos: falta de compromiso, poder vender una imagen idealizada de uno mismo, atención constante, focalización en temas amorosos o que incrementan la autoestima de la persona y ausencia de todo aquello que puede suponer rutina, compromiso o las situaciones a veces incómodas que se producen en la convivencia.


Normalmente la persona "captada" se siente hechizada ante los halagos que recibe, siempre existe una constante gratificación que le hace alejarse de la realidad, y como si de una droga se tratara comienza a obsesionarse con la llegada de mensajes, canciones dedicadas, verbalización de fantasías sexuales y la sensación de sentirse nuevamente joven, enamorado, apasionado.

Este tipo de relaciones suelen ser simples fantasías donde ambos miembros dejan fluir todo aquello de lo que carecen en su día a día.

En muchas ocasiones el hombre comenta que no puede llegar a comprender cómo ha podido desvincularse completamente de su pareja, a pesar de quererla y ni siquiera estar pendiente de los hijos, como "si se sintiera abducido". No entienden una situación racional directamente porque no lo es.

El sistema de gratificación intermitente es un clásico en las teorías de aprendizaje: si quieres someter a un animal a estar pendiente continuamente de que haga algo, no le refuerces siempre, hazlo de forma intermitente, sin pauta fija ni horarios. Así de simple funciona el aprendizaje y así de simple se crea una ciber-obsesión.

La forma de salir de ella es altamente traumática. Por una parte suele producirse porque la pareja se da cuenta, y es el momento de enfrentarse a la realidad: seguir en pos de la fantasía o intentar recuperar la pareja. Al principio es complicado: la obsesión es tan fuerte como la droga dura y la persona tiene dificultades para controlar sus deseos de consultar el móvil o el ordenador, piensa continuamente sobre lo ocurrido como algo idealizado. Por otra parte la otra parte de la pareja se siente engañada y con deseos de ruptura.

La terapia en estos casos siempre comienza con la persona que ha sufrido esa obsesión: hay que devolverle a la realidad y mitigar los sentimientos de culpa, hay que buscar el por qué los halagos pueden llegar a enganchar de tal forma. A veces la falta de autoestima es la base del problema. En otros casos no podemos negar que hasta la pareja más perfecta puede haber entrado en un ciclo rutinario en el que se necesiten introducir cambios para reactivar las emociones.

Tras el trabajo con la persona afectada para que comprenda la realidad y la disocie de la fantasía, se trabajan aspectos de su personalidad, y de forma paralela, muy frecuentemente hay que trabajar con el otro miembro de la pareja, primero para que comprenda que lo sucedido pertenece a una realidad completamente virtual (no por ello menos dañina pero con otra base), hay que evitar los reproches, las preguntas de los por qués que en muchísimas ocasiones no tienen respuesta, porque hablamos de personas que en ese momento no actúan de forma racional, sino impulsiva.

Por último, sesiones de terapia de pareja pueden ayudar a fomentar la confianza,, buscar nuevas vías de relación y ayudar a comprender que a veces una crisis, tan dolorosa como esta, puede servir para reforzar la relación y solucionar problemas latentes, que en ocasiones han estado ocultos durante años.

CRISIS DE PAREJA AL FINAL DEL VERANO


Un fin de verano sin un incremento de rupturas de pareja es... como un jardín sin flores.

Las redes se llenan de fotos de parejas sonriendo con fondos de playas maravillosas o sosteniendo cócteles tamaño pecera y yo las veo y pienso... se masca la tragedia.

El primer problema que produce crisis de pareja en el periodo estival es el tiempo de convivencia. Durante el año una pareja puede funcionar como un "team" perfecto... especialmente de intendencia, y las conversaciones se reducen a los aspectos más prácticos de la vida cotidiana, pero llega el verano y el "tú a tú", y los primeros problemas.

Hay parejas que constatan que sus intereses se han ido alejando: se aburren, los temas de conversación se agotan y al final son dos extraños, compañeros de hamaca y crema solar.


Los intentos por hacer planes, cenas, copas, etc, suelen no cumplir las expectativas a pesar de los esfuerzos. Detrás de la "sonrisa instagram" se esconde una cabecita pensando "vaya infierno de veranito este".

Surgen problemas con los ritmos: uno quiere ver cosas, madrugar, hacer...el otro sólo quiere dormir hasta tarde y descansar.

Los rencores se van acumulando, las discusiones se hacen cada vez más frecuentes y terminan por no soportarse, por considerar que la convivencia es un horror. Y cuando no se tienen temas de conversación, ¿qué mejor recurso que tirar de trapos sucios acumulados durante el año?. La familia política suele ser el top trending de estas conversaciones que terminan como una auténtica batalla de dardos envenenados.

Así aparece Septiembre, con esas crisis de pareja que se convierten en un incremento de trabajo en los gabinetes de Psicología. Por fortuna este tipo de situaciones se pueden reconducir con bastante facilidad: son más un "síndrome de la convivencia reconcentrada" que el fin del amor, lo que pasa es que llegan con rencor y poca disponibilidad para ceder.

Trabajar estas crisis se basa más en un reencuentro de las cosas que les unían o una búsqueda de nuevas actividades que les atraigan, un cambio de hábitos incrementando el tiempo de diálogo diario (basado en el nosotros y no en la economía doméstica), nuevas vías de comunicación basadas en el refuerzo positivo del otro y capacidad para expresar el malestar por situaciones en vez de guardarlo como balas en la recámara.

Dejemos de lado las posiciones radicales: la pareja se ha construído sobre mucho más de lo que nos lleva a destruirla y a veces una crisis es positiva para llevar aire fresco y producir una regeneración de la relación.

Huyamos de los pensamientos derrotistas y las actitudes tajantes o soberbias que sólo empeoran la situación o nos llevan a rupturas que luego pesan la eternidad.

Si estáis ante una de estas famosas crisis, es mejor un intento de solución cuanto antes mejor: vamos a hacer los diques para reconducir el canal. El intento siempre merecerá más la pena que terminar buscando un repuesto en la soledad en una de las famosas páginas para buscar parejas, que suelen ser un compendio de fracasos, tristeza, soledad y segundas intenciones muchísimo peor que el momento en el que la pareja se encuentra.